Un restaurante diferente donde
las prisas no tienen cabida, su carta es un cuento y los
productos que allí se cocinan son completamente ecológicos, lo más
naturales posibles y que no han pasado por procesos de congelación.
Entre sus platos destacan el cochinillo, milhojas de rabo de toro, buey
gallego, bacalao finlandés, o sus famosas ‘rocas’, albóndigas de solomillo y
piñones en salsa de bellota y cremoso de coliflor. En sus
instalaciones, cuentan con un jardín zen que acompaña a la
cultura de la tranquilidad. Además a la entrada cuentan con una ‘pequeña
biblioteca’ donde disfrutar de la lectura mientras se espera que quede
libre una mesa sin nervios y sin estrés.
La ensalada de pollo está exquisita, es de corral.
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